La histamina, β-imidazoletilamina, es una amina biógena que, desde que fuera descrita por primera vez en 1907 por Windaus y Vogt, ha ido adquiriendo hasta nuestros días un protagonismo biológico tal que no podría entenderse la vida en su ausencia. Por poner algunos ejemplos, la histamina es necesaria para mantener la vía aérea permeable, proporcionar un adecuado nivel de perfusión sanguínea al músculo cardiaco y a los distintos tejidos, controlar el funcionamiento de nuestro sistema termorregulador, regular las fases de sueño y vigilia o modular en cantidad y calidad cada interacción celular en nuestro sistema inmune.
Todas estas funciones justifican que la histamina sea una molécula ubicua en todos los tejidos de todos los organismos vivos, aunque a concentraciones muy diferentes. Para ejercer sus funciones biológicas la histamina ha de estar dentro de un estrecho control de concentración local, un déficit de histamina no es compatible con la vida y un leve exceso puede ocasionar síntomas o alarmas que pueden conducir a la pérdida de la salud.
La distribución universal en los tejidos de la histamina unida a su abundancia y variabilidad de receptores, nos explica la gran variedad de síntomas, en cualquier zona anatómica, que encontramos en la histaminosis alimentaria.
Podemos definir como histaminosis al acúmulo de histamina tisular capaz de ocasionar síntomas clínicos.
La histaminosis puede clasificarse según cuál sea la procedencia de la histamina. Así, se distinguirían:
1. Histaminosis por histamina exógena:
Ocasionada por la ingesta de un alimento con muy altos niveles de histamina, generalmente debido a su mala conservación (fundamentalmente pescados y carnes). También puede haber algunos vinos con muy alto contenido de histamina. La histaminosis tóxica suele afectar a colectivos de personas que consumen un determinado alimento (reuniones sociales). Los síntomas más frecuentes son: vómitos, diarreas, intenso dolor de cabeza y urticaria. Excepcionalmente puede conducir a la muerte. Para diagnosticar una histaminosis tóxica, generalmente es suficiente con la epidemiología y la cuantificación de la histamina en el alimento.
Se produce en individuos con una capacidad limitada para eliminar la histamina que en concentraciones normales se encuentra en los alimentos. La limitación para eliminar la histamina de los alimentos está ocasionada por un déficit de la enzima diaminooxidasa (DAO) digestiva. La DAO puede estar inhibida por las siguientes causas:
La frecuencia de histaminosis enteral aumenta exponencialmente con la edad y en una curva paralela a la de consumo de medicamentos por franjas de edades.
La histaminosis enteral generalmente es reversible y desaparece cuando se elimina la causa inhibitoria de la DAO.
La determinación de niveles de DAO en plasma ha demostrado escasa correlación con la existencia de histaminosis enteral, ya que es a nivel tisular en el tubo digestivo donde se produce el compromiso funcional de la enzima.
2. Histaminosis por histamina endógena: existen varios mecanismos:
Se trata de una liberación de histamina inducida específicamente por un antígeno, debida a una interacción celular directa entre linfocitos y mastocitos. El antígeno alimentario es captado en el tubo digestivo por las células M, capaces de transportar por endocitosis grandes moléculas sin ser degradadas hasta las placas de Peyer, donde se inicia el reclutamiento y la activación de mastocitos que actúan a su vez como células presentadoras de antígeno para los linfocitos.
Se trata del mismo mecanismo capaz de inducir tolerancia inmunológica específica a los alimentos, pero con la peculiaridad de que el mastocito que presenta el antígeno al linfocito T a través de moléculas MHC tipo II, también expresa en su membrana moléculas CD80, entre otras, capaces de coestimular al complejo receptor TCR-CD28, induciendo así una activación de ambos, linfocito T y mastocito, que conlleva la liberación de histamina por este último.
El hecho de que sea un mecanismo célula a célula nos explica el carácter silente del proceso durante un tiempo que puede ser variable de un enfermo a otro.
En estos casos de histaminosis no alérgica, una dieta que excluya totalmente al alimento o alimentos responsables del cuadro, conlleva a una regresión paulatina de los síntomas. Este tipo de dieta tendrá en cuenta otros factores que puedan coexistir en el paciente, como una patología alérgica o un consumo crónico de fármacos.
Existen situaciones y estímulos como el estrés, las infecciones, la vibración, los cambios de temperatura, las quemaduras, los cambios de presión atmosférica, etc., etc., que pueden provocar la liberación no específica de histamina. Estos factores deben ser tenidos muy en cuenta en el seguimiento evolutivo de los pacientes, pues pueden ser la causa de una descompensación o una recaída en los síntomas, a pesar de llevar a cabo correctamente una dieta terapéutica de exclusión.
La histaminosis alimentaria es una enfermedad con una larga evolución en el momento del diagnóstico en la mayoría de los casos. La aparición paulatina de síntomas junto con el desconocimiento de la etiología de los mismos y el consiguiente consumo crónico del alimento o alimentos responsables, acaba muchas veces en un gran deterioro en la calidad de vida física y emocional de estos pacientes.
Entre los síntomas predominantes en la histaminosis alimentaria encontramos algunos provocados por un mecanismo directo de interacción de la molécula de histamina con los distintos receptores, como jaquecas, migrañas, disregulación de las secreciones (saliva, lágrimas, flujo vaginal), hinchazón abdominal después de comer, calambres musculares, diarreas u otros muchos.
Además de éstos, existen otros síntomas por mecanismos indirectos, como la aparición de dolor por presión, deshidrataciones intervertebrales, estreñimiento o piel seca, entre otros.
Nuestro conocimiento de los síntomas ocasionados por enfermedades por alimentos, ha sido fruto del trabajo continuado de un grupo de médicos de nuestro ámbito que han sabido detectar, desde diferentes especialidades, los casos de histaminosis alimentaria y que han compartido su conocimiento durante treinta años. Este hecho ha sido tremendamente enriquecedor para todos, y nos ha llevado, entre otras, a las siguientes conclusiones:
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