Ligar la obesidad a la histaminosis alimentaria nos parece demasiado impreciso, cuando no engañoso.
Para resolver el problema de la obesidad, lo primero que hay que conocer es cómo se ha ido generando esa obesidad y sólo bajo este diagnóstico etiológico podemos afrontar las posibles soluciones. La causa más común es el desequilibrio entre la ingesta calórica y la actividad física, en cuyo caso la solución está o en consumir menos o en gastar más. Así podríamos seguir enumerando otras causas.
Cuando realizamos un estudio de histaminosis alimentaria como causa de una enfermedad y la tratamos convenientemente suprimiendo de la dieta los alimentos que inducen una liberación específica de histamina, observamos que un alto porcentaje de enfermos reducen peso y volumen, a veces de una forma muy llamativa.
Por ello, en los casos de obesidad nos centramos en diferenciar qué enfermos pueden tener este comportamiento de manera previsible, con el fin de advertirles de esa posibilidad.
El perfil sintomático detectado habitualmente en estos pacientes, a modo orientativo, es el siguiente:
Siempre que se dan los tres primeros síntomas y el diagnóstico alimentario es correcto, hay una reducción de volumen y peso. Este hecho lo tenemos tan afianzado que si no ocurre lo previsto, consideramos que hay que seguir profundizando en el diagnóstico etiológico aunque mejore de otros síntomas.
Queremos advertir que nosotros no utilizamos la liberación de histamina como técnica indiscriminada para estudios de obesidad. La realización de cualquier estudio indiscriminado de laboratorio para afrontar un problema de obesidad nos parece demasiado simplista y con resultados posiblemente muy limitados.
Se convoca a todos los/as socios/as de la SAEIA a la Junta Extraordinaria que se celebrará el
Lunes 14 de abril, a las 9:00 a.m. en primera convocatoria, y a las 9:15 a.m. en segunda
convocatoria, de manera online.